sábado, 22 de junio de 2013

PENSAR EN LO MASCULINO DENTRO DE LAS NUEVAS MASCULINIDADES

las12
VIERNES, 21 DE JUNIO DE 2013
GENERO

Qué soy yo y qué es el hombre

Los estudios sobre masculinidades vienen ganando terreno en el gran paraguas conceptual que abrieron las feministas en los ’60. Desde los Men studies que empezaron en esa década hasta la actualidad, donde el concepto de varón se redefine y delinea a la luz del recrudecimiento de la violencia machista, hay un trecho de preguntas y reflexiones que vale la pena ser revisado: ¿cuáles son los límites del poder masculino? ¿Cómo se revierte la enorme influencia del patriarcado en un sistema de oferta y demanda? ¿Cuándo van a reformularse aquellas premisas de crianza que mandan valentía al varón y vulnerabilidad a la mujer? Especialistas, encuestas y reflexiones en torno de un área que crece en la academia y el territorio.
 Por Flor Monfort
“Con esfuerzo y dedicación, el hombre va consiguiendo tener cosas en su vida: su casa, su auto, su mujer, hasta que tiene a su hijo y ahí no tiene más nada.” Así empieza la publicidad de Walmart del último Día del Padre, celebrado el domingo pasado. Un papá joven y canchero que se ve desafiado por un varón de pocos años a que todo (lo material) le pertenece: así repite el primogénito de esta familia blanca y prolija: “mío, mío, mío” hasta que la mamá/adorno lo manda con un regalito a abrazar al padre y éste le pregunta, sorprendido, “¿mío?” y se alegra de que algo, por fin, es para él. No le alcanzaban la casa, el auto y la mujer que reza el aviso como sus posesiones, y el remate alude a ese despojo que sufre el hombre (¿y la mujer no?) cuando paterna: “para que algo vuelva a ser de él” dice el slogan.
Hay varias revelaciones culturales en esta obviedad que resulta del sistema generado por el libre mercado para vender sus productos: la publicidad es siempre la trampa por la que mirar el mundo con una lente tan aumentada que asusta, aunque lamentablemente ya esté naturalizada. Roles, estereotipos y violencias cotidianas se infiltran en la estructura que manda chicas lindas versus chicas feas, hombres ganadores versus perdedores y familias perfectas versus suciedad, descontrol y desorden (y todas tienen un golder retriever dorado para dar cuenta de su amor por lo bello). Basta comprobar el éxito de la serie Mad Men para entender más capas de esta cebolla: en cada reunión con los grandes clientes se comprende una época (el siglo XX, sobre todo de posguerra) y se vislumbra la génesis de eso que ahora, y muy de a poco se está empezando a revisar: el paradigma de la masculinidad. En Mad Men, un hombre llamado Don Draper falsea su identidad para empezar de nuevo como creativo publicitario, aturdido por su infancia tremenda (es hijo de una prostituta que muere al dar a luz) y atravesado por la experiencia de la guerra, por la que pasó sin pena ni gloria pero con mucha sed de revancha por tanta infelicidad y paso en falso. Y algo de eso consigue al reinventarse como macho perfecto, brillante y playboy, que engaña a todos y todas y consigue la impunidad gracias al proverbio agotador que hace funcionar la maquinaria: business are business parece decir el dueño de la agencia Sterling Cooper cuando se entera de que Don no es su verdadero nombre y el relato de su pasado dista mucho de lo conocido. ¿A quién le importa? Si Don es inteligente, consigue grandes cuentas, está casado con una modelo, tiene hijos rubios y se acuesta con las clientas que hay que conservar. “No siento nada” pone en palabras su jefe cuando muere su anciana madre y ése parece ser el lema de estos hombres neoyorquinos que tan bien pintan una época que dejó este fuerte legado: la mujer en casa y el hombre en los asuntos importantes.
Afortunadamente, mientras eso estaba pasando, las mujeres ganaban otros terrenos que empezaron a despuntarse desde las universidades y llenaron el espacio público con consignas de libertad. Las “perfectas amas de casa” se desdibujaban en esa imaginería del suburbio al lado de las mujeres de carne y hueso que se negaban a cumplir ese rol. El feminismo serpenteó un largo camino desde entonces, pero los llamados Men studies siempre tuvieron su pequeño caudal de producción, hasta hace aproximadamente dos décadas que no paran de crecer exponencialmente. La identidad femenina era una silueta brumosa que había que definir antes de perder en un anuncio de electrodomésticos, pero la masculina no venía dada por default: es el esfuerzo en repensar sus límites lo que, muchas y muchos, descubrieron como clave para volver a pensar el género desde su raíz. De otro modo, no se explica el aumento de los femicidios, la falta de políticas públicas para garantizar la equidad de género y la inclusión de diversidades sexuales y el rígido mandato del relato hegemónico sobre qué es ser mujer y qué varón.


NI ROSA NI CELESTE

Para Hugo Huberman, educador y facilitador de Género, paternidades y familias, antes de hablar de masculinidades hay que hablar de derechos humanos, “si no parecería que quienes somos activistas estamos pretendiendo derechos masculinos y no es así. Hablar de derechos humanos necesariamente es hablar de inequidad en la apropiación de los derechos y en el acceso a recursos. Entonces hablar de masculinidades y no anteponer derechos humanos está desviando la conversación, no está generando una discusión profunda sobre inequidad”. De ahí, dice, la necesidad de incorporar hombres jóvenes y niños en la discusión, sobre todo porque la edad es una variable de género fundamental. No es lo mismo ser joven que ser viejo y no es lo mismo ser adulto que ser adulto mayor, por eso los especialistas hablan de “masculinidades de ciclos vitales”, porque en cada ciclo vital la demanda cultural con respecto a la masculinidad es diferente. Según Huberman, los jóvenes están en un proceso: rechazan el modelo patriarcal pero desde el discurso, porque desde la acción concreta persiste la incoherencia. Por eso la insistencia para que Naciones Unidas sacara una campaña, por primera vez en la historia, vinculada con masculinidades juveniles: “El valiente no es violento”, creada bajo los lineamientos de Unete, la campañamadre contra la violencia de género. ¿Por qué? Según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en América latina el grupo etario de varones de 15 a 29 años tiene una altísima tasa de mortalidad: de cada cinco muertos, cuatro son hombres. De esos cuatro, la mayoría muere por peleas entre bandas, violencia callejera, accidentes de tránsito, alcoholismo, adicciones y suicidio. ¿Cómo interviene el modelo patriarcal en este índice? “Con esta idea que nos siembran en la infancia del riesgo innato y genético en lo masculino. No hay autocuidado. Todavía hoy en América latina les decimos a los chicos de 5 años ‘saltá ese charco si no sos un maricón’, o sea, educamos a los chicos en el riesgo más allá de los privilegios. La pedagogía de los privilegios incluye también una teoría del riesgo. La juventud del varón lleva al riesgo implícito, porque lo que le dijeron a ese varón es que de otro modo va a ser menos masculino, de ahí que un varón ande con un arma blanca con naturalidad. Como contracara se inculca un hipercuidado a las niñas: cubrirlas, abrocharlas y dejarlas vulnerables cuando no lo son. Se juegan estas dos contraposiciones, por un lado el riesgo virulento y por otro un cuidado excesivo que inculca la necesidad de protección cuando no es necesaria. La única manera de desandar estas crianzas es trabajando.” Huberman lo hace desde el territorio: barrios, escuelas, villas, organizaciones sociales y, según él, la lenta pero fundamental incorporación de los movimientos de mujeres. “En Argentina muy pocos grupos de mujeres tienen áreas de masculinidades, pero ése es mi ideal, no formar grupos de hombres, sino que dentro del movimiento de mujeres haya un espacio para trabajar con hombres. La experiencia me dice que si pongo un taller de hombres con hombres no va nadie, o van a preguntar si es para gays. Entonces ¿cuál es la mejor decisión? Ir donde los hombres están: la cárcel, las escuelas de fútbol, las escuelas, los boliches, las urgencias de los hospitales, las fuerzas armadas y de seguridad, el Poder Judicial”, dice, porque a pesar de los espacios de poder ganados por las mujeres, ellas siguen lavando los platos (además de trabajar, criar y cuidar) y ellos siguen jugando a la pelota (y muy raramente lavan los platos, crían y cuidan). Esto trae aparejada una dependencia emocional enorme hacia lo doméstico. Por un lado, la independencia en lo público, en lo económico, en la autoridad, pero por otro lado la absoluta dependencia emocional y la falta de autonomía, cuando lo femenino se ha convertido en una decisión de autonomía, en la mayoría de los casos. “Se arma un cortocircuito muy grande, y ésta es una discusión que tenemos con muchas compañeras de movimientos de mujeres, algunas muy aliadas. Porque el tema es: si yo empodero a una mujer y no trabajo con el hombre que tiene a su lado, es muy probable que la esté preparando para que el hombre ejerza violencia sobre ella, porque el empoderamiento está visto como una provocación, al hombre se le va el control y dominio de aquella mujer que él conoció y la pérdida de control hace aparecer la ira, que está a un paso de la violencia. Es una discusión interna que hay en el corazón de todas las organizaciones de América latina: los hombres necesitamos un espacio mixto para poder sensibilizarnos, para no ser tan negadores, para ver el dolor femenino y para poder escuchar cómo fueron criadas las mujeres, bajo qué estereotipos, y en eso creo que los hombres vamos a salir fortalecidos para después, en un segundo paso, trabajar lo interno en grupos de varones. Porque el trabajo interno, sin el insumo de la mujer, puede correr algunos riesgos, que es que se trabaje sin la presencia activa de la relación cuando el género es relacional, es una construcción dinámica, continua y carnal”, dice. Para Guillermo Vilaseca, psicólogo clínico y social que viene trabajando con grupos de varones desde la década del ’80, al principio de cualquier abordaje de campo los hombres dicen lo que les parece que tiene que ser, elaboran una enunciación de cómo deben ser las cosas o de sus ideales. “El varón no dice lo que le pasa en la primera de cambio. Por eso la estrategia es abordarlos: ¿Qué te pasa con tu hijo, con tu hermana, con tu jefe? Para borrar el aconsejamiento, la actitud paternalista, el ‘lo que vos tendrías que haber hecho es’.” Según Vilaseca, lo que surge de esa indagación es angustia, miedo, frustración, pero siempre hablando en primera persona. Todavía a nadie se le ocurre la emergencia de un cambio de roles, que los hombres salgan a la calle con pancartas pidiendo una perspectiva diversa del patriarcado. Ese parece ser el desafío: habitar el espacio público de las indagaciones que por ahora se hacen puertas adentro.


CAMBIAR EL PARADIGMA DE LA VIOLENCIA

Dario Ibarra Casals es psicoanalista y realizó una capacitación en Masculinidades y Prevención de la Violencia en El Salvador. “Esto generó un interés personal y profesional por trabajar las masculinidades de una manera intensa, ya que implicado como varón desde mi subjetividad y como papá de un hijo varón, sentí que podía aportar al trabajo con hombres que deciden revisar sus mandatos patriarcales.” Fundó una ONG que dirige, el Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género en Uruguay, trabajando en tres líneas fundamentales: violencia masculina, paternidades y sexualidad masculina. Ibarra explica que los temas principales que se abordan desde los Estudios de Varones y Masculinidades están relacionados con la violencia de género, las paternidades comprometidas, las sexualidades masculinas, las masculinidades diversas vs. las masculinidades hegemónicas, y todos los problemas sociales vinculados directamente con la feminidad, como ser la trata de niñas, adolescentes y mujeres adultas, la discriminación y la violencia hacia las mujeres por etnia, clase social, orientación sexual, condición sociocultural y religión y las relaciones de poder entre varones y entre varones y mujeres. “Para abordar estas temáticas, los Men studies realizaron diferentes recorridos: el activismo, los estudios académicos y el trabajo directo con varones que quieren modificar sus patrones de conducta machistas y violentos. Muchos varones como yo nos consideramos profeministas, en ese sentido los Men studies surgen de los estudios de género, porque los hombres tenemos mucho que aprender de las feministas. Es cierto que las masculinidades son un área nueva comparada con los estudios de género, pero cada vez somos más hombres los que comenzamos a trabajar nuestras subjetividades y formas de vincularnos con las mujeres y otros varones.” Para Ibarra, una buena forma de invitar a otros varones es generar actividades comunitarias para que éstos puedan entender que dejar el machismo y los imperativos sociales vinculados con la masculinidad tradicional no sólo beneficia a las mujeres sino a ellos también. “A medida que vamos dejando el machismo masculino, los varones podemos ser más afectuosos con nuestras parejas, con nuestros hijos e hijas, con nuestros compañeros/as de trabajo y familia de origen. También dejamos de ser proveedores, procreadores obligados y únicos protectores de la prole, para compartir esas actividades con las parejas mujeres. Algunos hombres creen que las masculinidades trabajan las subjetividades gays y/o que los que trabajamos en esto somos unos ‘pollerudos’. Ambos son prejuicios que mantienen a algunos alejados de la revisión permanente y necesaria para poder dejar la violencia.” Según su experiencia, los varones lo consultan más frecuentemente porque quieren dejar de ser violentos y no saben cómo hacerlo, por problemas de deseo sexual, depresión y alexitimia, dificultad para poner en palabras los sentimientos, algo para lo que las mujeres parecen venir entrenadas desde chicas.
Para Luciano Fabbri, licenciado en Ciencia Política y miembro del Colectivo de Varones Antipatriarcales, las perspectivas de estudios sobre masculinidades son heterogéneas, y si bien su desarrollo ya tiene más de tres décadas, todavía podemos caracterizarlo como un desarrollo incipiente. “Una diferencia fundamental con los estudios feministas y, a mi entender, causa principal del atraso teórico y epistemológico de los estudios sobre varones y masculinidades, es la ausencia de un movimiento social y político de varones que interpele, como lo ha hecho y hace el movimiento de mujeres feministas, a los estudios desarrollados en el ámbito científico-académico”, dice. Una evidencia del retraso mencionado es el debate en torno de cuál es el objeto de estudio específico de esta área de estudios, ya que a la pregunta sobre qué investigan los estudios de masculinidades suelen responderse “a los varones”. Esto supondría que masculinidad y varón son sinónimos, cuando otras identidades bien podrían configurar expresiones de género en relación con lo que comúnmente se entiende como “masculino”, sin por ello definirse como “varones”. Según Fabbri, a nivel local la inserción de los estudios de masculinidades en los ámbitos académicos es prácticamente nula. Hay una ausencia absoluta en las carreras de grado, no existe oferta específica en posgrados, y hay muy pocos casos en que se incluye dentro de los programas de posgrado o congresos académicos sobre estudios de género. “Sí existen investigaciones que abordan esta problemática y una creciente oferta de espacios de formación impulsados por organizaciones no gubernamentales, aunque desde mi punto de vista, la ausencia de una vinculación estrecha con investigadoras feministas empobrece bastante sus propuestas.” Para Huberman, en cambio, hay demasiada producción de masculinidades, pero “prefiero trabajar en un territorio, creo que es lo que tenemos que hacer ahora, olvidar la conferencia académica. Estudiar masculinidades no es estudiar ni escribir sobre hombres sino sobre sus relaciones y sobre todo sobre sus relaciones de poder. La masculinidad es un tema de salud pública”.

MACHITO PRIVILEGIADO

Según el canadiense Michael Kaufman, dos variables peligrosas introducidas en la noción de género masculino desde la infancia son las de privilegios y riesgo. El fundador de la campaña de Lazo Blanco dice que la situación es profundamente contradictoria de lo masculino con el poder porque los privilegios son su principal fuente de dolor y frustración. Desde que nacen se les dice “vos sos privilegiado”, pero cuando van creciendo y quieren imponer esos privilegios sobre otras personas, sobre todo en un mundo de derechos como el de hoy, se les marca un límite, y ese límite viene a negar la premisa de crianza. La principal fuente de dolor y frustración de lo masculino es justamente lo que hace a lo masculino. La violencia aparece como una situación que hay que redefinir: los hombres no diferencian sus emociones, según Kaufman. “Un hombre nunca va a decir que está deprimido, dirá que está triste, y son dos cosas diferentes, porque de la tristeza se sale pero de la depresión si no es con ayuda, no. Tampoco te dirá que está alegre: va a estar efusivo, hiperactivo, pero la palabra alegre no la va a tener a mano. Yo creo que hemos sido educados en emociones, pero en emociones masculinas, que son diferentes a las femeninas. No es que no podamos llorar, es mucho más que eso: la emoción más clara en la que hemos sido educados es la ira. La ira es la imposibilidad de saber qué me pasa y de poner en palabras qué es lo que siento. Ahí es donde se da el pasito de la ira a la violencia, a la impunidad y a la validación social. Ningún hombre se va a mostrar públicamente vulnerable, ése es nuestro trabajo, que se muestren vulnerables, que se pongan a llorar, que digan a quién extrañan, porque esto quiebra el modelo de autosuficiencia emocional. La gran diferencia del trabajo con mujeres y hombres es que con las mujeres el trabajo es proyectivo, es para adelante. El trabajo con hombres también genera opciones, pero es más para atrás, porque si es proyectivo hay un riesgo y es que vuelvan a caer en el modelo demandado, entonces el modelo que estamos buscando es un modelo que no tiene guía. Salir todos los días a la calle a inventarte, y a dejar caer un privilegio, entonces justamente la idea es que se queden flameando como banderas. Despegarse del estereotipo es doloroso”, dice Huberman y explica que debe haber en este proceso un momento de duelo, un espacio de melancolía. Lo masculino es terriblemente sancionador y punitorio, de hecho la heteronormatividad se observa muy claramente en todas las aspiraciones de este deber ser tan bien construido y no se pone en riesgo, es una convicción, nunca un deseo. “Los primeros que pusieron en juego qué es ser hombre fueron los varones del movimiento gay, los heterosexuales no se hacen esa pregunta, saben qué es ser hombre, se convencieron de eso, y de una sexualidad muy restringida y fragmentada, que es la sexualidad genital y peneana. La virilidad es un bleuf, y explica muchas otras cosas: la virilidad como sinónimo de actividad sexual alta, de uso de la fuerza, del no consentimiento... y eso tuvo su desarrollo histórico. En Grecia la virilidad era entre hombres y la mujer era de uso reproductivo, entonces también es un concepto cultural, histórico, político y económico, que se fue moldeando hacia diferentes áreas, pero hoy es un riesgo muy importante porque abre el juego al pago por sexo y al negocio de la trata de personas.”

EL MUNDO COMO SUPERMERCADO

Tanto Kaufman como Raewyn Connell, otro referente en el estudio de las masculinidades, coinciden en que el capitalismo consuma el modelo patriarcal. La concepción de consumo, oferta y demanda hace trizas cualquier intento de desarmar el sistema patriarcal desde lo masculino. Proveer sigue siendo la principal demanda hacia el hombre. “Cuando vos le preguntás a algunos hombres si quieren que la mujer trabaje te dicen que sí, pero para poder tener sus ‘cositas’. Y en 2001, quienes sacan adelante los hogares son ellas, el hombre se deprime terriblemente y se siente menos hombre. El valor del trabajo en un mundo con poco trabajo sigue siendo deteriorante. Y esto es muy complicado porque incluso en el campo popular hay mujeres que bajan a sus compañeros del lecho sexual porque perdieron sus trabajos y eso es demoledor para ellos. Y por otra parte es una confirmación de que la virilidad está puesta en la proveeduría única”, dice Huberman y ofrece la encuesta Images, dependiente del Proyecto Masculinidades, Equidad de Género y Políticas Públicas, coordinado por el Instituto Promundo y The International Center for Research on Women (ICRW), un enorme trabajo conjunto realizado en Brasil, Chile y México con más de tres mil varones donde tres de cada diez reportaron haber violentado físicamente alguna vez a una pareja y ponen en riesgo la salud de las mujeres, niñas y niños y de otros hombres con comportamientos como el bajo uso de preservativo, el consumo excesivo de alcohol, el uso de armas y el uso de violencia. La mayoría asegura que la equidad de género fue alcanzada pero los bajos niveles de cuidado doméstico y su nula participación pública en esta dirección indican lo contrario. Algunas de las cifras más drásticas de esta encuesta realizada en distintos sectores socioculturales y en todas las franjas etarias desde la adolescencia: en Chile, el 46 por ciento de los hombres dice que jamás tendría un amigo homosexual, en Brasil el 50 por ciento jura que los hombres necesitan más sexo que las mujeres y en México el 56 por ciento asegura que el rol más importante de la mujer “es cuidar de su hogar y cocinar para su familia”.
Compartir: 
  
Imagen: Lucía Borjas
 


viernes, 21 de junio de 2013

MASCULINIDAD(ES) Y EMOCIONALIDAD

Masculinidad/es y emocionalidad

LLanto Hombre
La idea de aguantársela, como algo muy corporal y metafórico también, es clásico de la vieja escuela de ser varones y habemos algunos que tratamos y podemos hacer sentido de aquello que la cultura no explicita pero que, paradojalmente, cuenta con que nosotros operemos, en tanto sujetos culturales de una manera y no otra.
Las emociones son estados que los varones nos hemos relacionado de una manera muy particular durante estos siglos de esquema de patriarcado en donde la supresión de la misma ha sido uno de los pilares del modelo hegemónico en las vida de los varones. En particular, las lágrimas son comprendidas como un síntoma – usualmente negativo pero hoy más positivo -, dependiendo del contexto específico, de la vivencia desde lo varonil.
Ciertamente esta columna será mucho más personal que otras y le mencionaré porqué. En estos días he, por motivos de la vida, estado entre la lágrima y la alegría. En el primer caso por el hecho de vivir con mi madre su muerte social, debido a su avanzado Parkinson, y segundo el cumpleaños nro. 5 de mi hija Valentina. Entonces me he sentido entre la muerte y la vida, como metáfora de las emociones y situaciones que han estado ocurriendo fenomenológicamente estas últimas dos semanas.
Y esto hace surgir la pregunta ¿Cómo los varones enfrentamos, emocionalmente, a la muerte? (de los padres en este caso).
¿Compensando o equilibrando? ¿Cabe dentro de esto el espectro vivencial experimentado? En el primer caso, creo, que sería la modalidad en donde nos hacemos (concientemente) los desentendidos y fugamos, mediante cualquier excusa, de la situación que cuestiona y pone latente la lágrima, incertidumbre y angustia. Lo supuestamente varonil enfrenta la muerte sonriéndole, sarcasmo y sin miedo. Algo así como los 7 pilares del Samurai.
Por otro lado, la lágrima socialmente, y públicamente también, todavía tiene mucho de autorestricción por parte de los varones y si bien no se discrimina de manera explicita ni en la misma extensión permanece como una expectativa social vigente. Ciertamente hoy está mas permitido pero eso es relativo en los contextos sociales en que se mueve y dependiendo de cómo fue la crianza.
Para partir de un ejemplo propio puedo contar que una de las entrevistas laborales que he ido, de una institución reconocida nacionalmente como una ONG importante en temas de infancia y género (tema por el cual postulé), hubo una alusión a esta temática. En la entrevista fue formal y mucho abordaje de los aspectos profesionales míos pero sin embargo me preguntaron finalmente ¿Qué es lo que te motiva en buscar trabajo en temas de abogacía en temas de infancia y género? Y ahí me pillé la cola y en vez de dar el discurso (y tal vez lo debiera haber dado) ahondé en las motivaciones más intimas (vinculándolas con mi hija) para hacer un trabajo en temas de protección a la infancia. Me emocioné pensando en mi hija y se notó y la entrevistadora cambió la expresión facial de un momento a otro. Posteriormente camino a casa ciertamente mi reacción fue objeto de dudas y preguntas entorno a lo masculino. ¿Debí haber emocionado? ¿Me evaluarán menos que los otros por eso?
En todo caso creo que a la larga la escritura, más o menos formalizado como escritor, son instancias de conciliar extremos, comprenderse y recomponerse, sin pagar un psicólogo/a, desde la vivencia plasmada, considerando que el acto de escribir como algo terapéutico. La idea de aguantársela, como algo muy corporal y metafórico también, es clásico de la vieja escuela de ser varones y habemos algunos que tratamos y podemos hacer sentido de aquello que la cultura no explicita pero que, paradojalmente, cuenta con que nosotros operemos, en tanto sujetos culturales de una manera y no otra. O sea que sigamos funcionando según el mandato cultural y/o de género, entre otros. Y cuando cuestionamos estos intersticios simbólicos colectivos no conscientes, como esa dimensión criptológica de la realidad, del llamado “así se hacen las cosas” es en donde se pone se le pone carne a la vida misma.

viernes, 14 de junio de 2013

EL LIBRO PROHIBIDO

soy
VIERNES, 7 DE JUNIO DE 2013

El libro prohibido

La novela de la peruana Silvia Núñez del Arco está inhallable, nunca se publicó en la Argentina; la profesora la compró en Perú. Y como señalan las autoridades de la escuela: “¡Ahora todos los chicos quieren leerla!”. El juzgado de familia de la provincia, por si hiciera falta, decidió sacar el libro de circulación. ¿No será mucho? Aquí, una sinopsis realizada por la profesora, más algunas anotaciones al margen sobre lo que pudo haber molestado tanto a la comunidad educativa.
En líneas generales, se trata de una chica que entra a un colegio nuevo y encuentra amparo en una profesora de alemán. En primera persona narra el período entre los 14 y 16 años. La chica, que tiene un novio de su edad, empieza a enamorarse de su profesora y poco a poco a fantasear con la posibilidad de que la profe sea lesbiana, y piensa: “Si llegara a serlo, no está mal”. Cada vez fantasea más en ese sentido. Por ejemplo, la ve acercarse al banco de otra alumna e imagina cómo serían las cosas si todo fuera como ella imagina. Empiezan a tener encuentros por fuera de la escuela y se genera una relación de amor y odio, que se podría leer como una situación de abuso en el sentido de que la que todo el tiempo tiene el poder es la profesora. Nunca sabemos si la profe es lesbiana o no. Tampoco lo sabremos de la chica, vemos sí que no le gustan sus compañeras ni ninguna otra mujer. Lo que se ve es el cuestionamiento sobre su sexualidad, sobre tener un novio varón y que al mismo tiempo le guste esta mujer. Lo que molestó, dicen, es que, por ejemplo, en una parte se aluda al tema de la droga. Resulta que hay una compañera de la protagonista que fue violada y no encuentra contención ni en la escuela ni en la familia. La protagonista en un momento descubre que la chica tiene droga en la mochila. Y queda claro que la chica recurre a la droga porque ve en eso algún tipo de amparo.
En relación con la acusación de pornografía, no hay nada por el estilo, hay situaciones que son eróticas, no hay escenas de sexo entre ellas, ya que nunca concretan. Sí hay fantasías, por ejemplo: en un momento la chica sigue a la maestra hasta la casa y la espía por la ventana, la ve en camisón y se excita. Le gusta el perfume de la profe, el vestido, las florcitas de sus zapatillas. También hay un momento en el que se masturba pensando en la maestra.
La protagonista también hace referencia a las primeras experiencias sexuales con su novio, siempre narrado como algo que no quiere hacer, que hace por la presión del chico, por las presiones sociales de tener una pareja. Critica la posición de pasividad que tiene la mujer en esos encuentros sexuales, dice que “chuparle la pija le da asco”, por ejemplo. Usa un lenguaje coloquial, habla de la penetración como “me la metió”. Pero no es un lenguaje chabacano, es la forma en la que hablamos todos.
En un momento sabemos que la profesora se acuesta con el director y llega a decrirle a su alumna que lo hace por dinero. Aquí empiezan los cuestionamientos hacia ese personaje idealizado; después se descubre que la compañera había sido violada por el director y que la maestra había encubierto el abuso. La protagonista empieza a desconfiar cada vez más de la maestra y a pensar: “Si a mi compañera le hizo esto, también me lo podría hacer a mí”. No es una historia lineal, no hay apología de las drogas ni siquiera una historia lésbica. Es una historia narrada desde la voz de una adolescente donde aparecen cuestionamientos varios, a la sexualidad, al mundo de los adultos, entre otras cosas.

EL METODO CAMILLI

soy VIERNES, 7 DE JUNIO DE 2013

Un sol para los chicos

Ernesto Camilli, maestro, poeta y pedagogo, es el autor de El sol albañil, un libro de lectura pionero que conectó gramática con imaginación en las aulas argentinas de los años sesenta. También es autor de Tachero de mi vida (Aventuras sexuales por la ciudad) (Eloísa Cartonera, 2010), colección de poemas zafados que supo conectar cuerpos desnudos y generosas braguetas con versificaciones y metáforas clásicas. La esposa a la que amó como a nadie, las rivales con las que se disputó el amor de su hombre, los mensajes encriptados en sus libros infantiles y el erotismo blasfemo aparecen en esta conversación como secretos nunca guardados sobre vida y obra.
 Por María Moreno

”¿La militancia gay? A veces no me gusta la ortodoxia con que tratan las cosas. La solemnidad. La cosa tiene que ser más juguetona, porque para solemnes tenemos al Papa y a Máxima. Son los personajes argentinos más increíbles de este mundo. No creo que ningún otro país pueda producir esos mamarrachos como lo hace la Argentina. En eso somos absolutamente pioneros”, dice un apolo de ochenta años, intacto en su belleza longilínea, de boca ávida y melena mayo del ’68: el profesor Ernesto Camilli está actualizado sobre el papelón argentino. Maestro en los cuatro puntos cardinales del país, inventor de un método para redactar que lo hizo famoso en la época en que las definiciones y los dictados sin prosapia literaria solía alejar a alumnos primarios y secundarios del amor a la lectura, gay que no se caratula o prefiere definirse como “puto”, sigue siendo el conversador burlón y deslenguado que era cuando su libro El sol albañil fue el best-seller de las aulas despertadas del “mi mamá me mima” y “Teresa amasa la masa”.
¿Maradona?
—Lo pongo en la serie, pero Francisco se lleva las palmas. Con eso de que el matrimonio gay es el demonio. Te imaginás que es un disparate tal que te divierte como cualquier idea de la gorda Carrió. Lo más increíble es que la gente se los toma en serio y esté orgullosa de que sean argentinos. Yo también estoy orgulloso de que sean argentinos, porque circo más grande no pudo producir, como te decía, ningún lugar del mundo. Hasta los Castro son más convencionales.
El método Camilli ayudaba a analizar textos usando el Platero y yo de Juan Ramón Jiménez como archivo del español, y cazando entre sus figuras los elementos fundamentales de la lengua en acción poética para abrirlos a infinitas posibilidades. Un día, por ejemplo, el maestro podía dar a leer La Balada de Doña Rata, de Conrado Nalé Roxlo, esa que empezaba “Doña Rata salió de paseo/por los prados que esmalta el estío,/son sus ojos tan viejos, tan viejos,/que no puede encontrar el camino”. El método Camilli propone empezar: “El autor dice que Doña Rata conversa con las ranas y con los gnomos. ¿A ustedes qué les parece? ¿Con quiénes más podría conversar Doña Rata?”. Luego sugiere un capítulo de Platero y yo para ir a encontrar las palabras “cumbre”, “ocaso”, “cristales”. La respuesta viene servida. El método se usará para adjetivos, adverbios, verbos. Camilli describió sencillamente su invento en Los nombres de las cosas, ensayos sobre la enseñanza de la redacción que publicó editorial Kapelusz en 1962 y que reeditó ahora Lugar editorial. También escribió Las casas del viento, otro libro de lectura que junto a El sol albañil inicia en la aventura de escribir sin límites de asociaciones verbales coloridas y audaces, en contra de esa economía puritana que Borges impuso como modelo, y de todo realismo ramplón. Lo que los lectores grandes y chicos no saben es que, en esos libros llenos de ilustraciones figurativas de colores chillones, cada historia tiene un secreto, que Camilli les ha ido inoculando por debajo su autobiografía pasional, que “las monas tejedoras” son sus amigas gay, que el “Osito Batata” es su amante tachero, que la “Zorra ladina” es su rival amorosa. Cuando Camilli me lee esos versos en voz alta con tono de Jacinta Pichimahuida va acotando entre paréntesis quién es quién en la realidad de su agitada vida sentimental. Doy un ejemplo (aprovecho que la entrevista es a un pedagogo):
“¿Quién conoce a las dos viejas monas que charlan y charlan y que son tejedoras?/La más joven viaja en subterráneo y se compra perfumes de París/y se devora cien tortas de frutillas (era una gorda chancha) y ríe a los jazmines con anís.(...) (Esta era mi amiga, ahora la hermana mayor)”.
Si gays y lesbianas de todas las épocas han contado sus amores a través de textos de género ambiguo, cambiando el género del destinatario, o permaneciendo anónimos, Camilli tuvo el ingenio de hablar de su deseo y esconder el secreto en los intachables y frígidos libros de lectura para niños.

Tachero de su vida

Camilli sabe escribir sin deslices eróticos versos donde los osos se diploman en ortografía, el burrito Jeremías llora durante todo el día, Lorinindo quiere ir al cine y Bentevea hacia la escuela. Pero con asueto de las aulas argentinas ha escrito una obra para adultos en la que puso todas las riquezas de su amada lengua castellana al servicio del canto a musas de piernas peludas e hipnótica bragueta entre cuyo ramo callejero reina un taxista de Lanús que suele bajar la banderita ante su casa de la calle Campichuelo y se queda hasta que él se duerma o componga un soneto.
Tachero de mi vida fue publicado por Eloísa cartonera en 2010 junto con Eccinoccio Homo y El carnaval del sida, las obras completas de Camilli en honor al “cuerpo de varón, trisagio impenitente”.
—Lo que me generó Tachero de mi vida fue una película con Joseph Cotten y Joan Fontaine: September Affair. ¡Ay Dios, qué película! Me quedé tan loco que a los veinte años me embarqué a Italia para ver los lugares en donde sucedía el romance de Joan Fontaine y Joseph Cotten. Ella era una pianista soltera llamada Manina Stuart y él un industrial casado: David Lawrence. Se conocen en un avión. Hay un accidente y los dan por muertos. Ahí empieza todo. Había toda una trama en donde ella quería averiguar cosas de la otra, que era, Jessica Tander. Más que el deseo por él, lo que Manina sentía era el deseo de conocer a la otra y estar en lucha con ella. Eso motiva gran parte del movimiento de Tachero de mi vida. Al tachero yo lo llamo Osito.
Pero hay un Osito real.
—El Osito es una construcción, pero es una construcción de alguien real y Tachero de mi vida es un libro en el que liberé mucha angustia. La angustia de ser “la otra”. El Osito tenía de amante a una mujer y a mí me obsesionaba. Fijate que un día de repente me voy a Lanús y me pongo a leer esperando que salga “la víbora” de un negocio, hasta que cae la policía y me encuentra leyendo un libro de Saramago y me lleva a la comisaría por espiar a la que era la amante del Osito entonces. Pero después liberé la angustia con un poema “La zorra, el osito y el pony”, que dice: “Es una zorra ladina, /embustera, campesina (ésa es la Otra que era Jessica Tandy), pintarrajeado su pelo,/ la nariz como un buñuelo,/ una galera torcida,/ una pipa boquihundida,/que vive en Villa Calzada (es verdad que vive en Villa Calzada )”.
En la imaginería erótica de Camilli hay dos personajes: Papito y La nena, una pareja que en vez de usar los disfraces del porno shop se viste con metáforas: “Yo soy la puta y soy el padre amante,/vos sos la nena y sos el macho erizo:/las palabras ambiguas puntualizo/de nuestro sube y baja dimanante” (“Soneto de la puta y la nena”).
—Pero ahora el Osito no puede ser más la nena con Papito. Ahora ya no soy el deseante ¿te das cuenta? Porque la nena está loca y sale con otra, una nueva otra. Alguien le dijo “¿para qué te juntás con esa?”. Y yo: “¿Querías un bastoncito? Ahí lo tenés. Ahora jodete. Papito no quiere más a la nena”. Además más que desear al Osito deseo destruir a la otra como en September Affair. A la nueva otra.
¿Celoso?
—El Osito me ponía loco, me provocó triple bypass. Todo por la otra, la primera otra, con quien hicimos unión civil en el 2005.
¡¿Te uniste con tu archienemiga?!
—Sí, con la Jessica Tander en September Affair, que ahora es mi amiga. Entonces ahora no da para ningún versito. Escribo contra la otra nueva. Pero mirá cómo evolucionó el Osito que en un momento determinado fuimos al cementerio y le dije: “Mirá, Osito, fijate una cosa, yo les puse estas flores a mis muertos pero es inútil, aunque me sirva a mí, no les sirve a ellos. Para ellos es totalmente indiferente. Pero yo los sigo nombrando. Y el Osito me dice: “Lo que vos me enseñaste es que seguir nombrando a Dios es permitirle a Dios que exista, entonces ¿por qué no seguir nombrando a los que quisiste?”. De pedir condena de muerte a un violador como hacía el Osito cuando yo lo conocí, a este pensamiento... ha cambiado mucho.

Versos profanos

Los poemas de Ernesto Camilli son blasfemias con métrica, rituales de profanación, mantras antirreligiosos. En eso se parece a Fernando Vallejos: jamás se olvida del altar para poder escupir en él sin faltar un solo día. Camilli, como Vallejos, es un católico invertido, sin que esta palabra tenga la connotación de la medicina positivista del siglo XlX.
Por eso puede hablar de la trinidad en un “soneto a las mil pijas” o escribir en unas letanías para Judas algo que suena a rezo pero también a maldición gitana. Como Unamuno llama “padraza” a Santa Teresa y “madrecito” a San Juan de la Cruz. Pero en sus versos hispanizantes, lunfas y deudores de Platero y yo, procaces y fiesteros, se lee un amor a la lengua con el que ningún David de los andurriales puede competir: Camilli hace zalemas al deseo con todo el diccionario y es difícil imaginarlo más pleno que cuando lee en voz alta, repite entre lágrimas versos ajenos o explica una metáfora al neófito perezoso, ¿habrá un goce mayor que la pedagogía?
—En El nombre de las cosas hay un poema de César Vallejo (“La araña”) en donde hay un verso que envidio como no envidio al mejor de los Mercedes Benz –sólo la poesía puede desentrañar la esencia absoluta de lo humano—: “Y me ha dado qué pena esa viajera”. Ese “qué” es milagroso. Tenés que paladear ese “qué”. No es cualquier pena, no es mucha pena, no es alguna pena. Es “qué pena me ha dado esa viajera”.
¿Siempre escribiste?
—A los cuatro años le regalé a mamá un libro y le puse en la dedicatoria: “Mamita: en este libro está mi anhelo y en tu cariño todo mi cielo”. Ya escribía, pero era bien maricona la cosa.
¿Sos católico? Hay cierto tipo de blasfemias que sólo pueden venir de un ex católico.
—Yo me recibí de maestro en el Santa Catalina de Brasil y Piedras, donde los curas eran todos tránsfugas, mentirosos y bloqueados. Y me jodió el alma un padre Olivieri que nos mandó a un amigo y a mí al cura Laburu que decía (pone voz tonante de Pedro López Lagar haciendo de Heathcliff, en Cumbres borrascosas): “¡Hijo cierra, cierra, cierra! ¡Piensa en tu futuro casamiento! ¡Cierra que Cristo ya va a iluminarte!”.
¿Cierra qué?
—El deseo (debía ser el culo del deseo). Imaginate. Era una época en donde se daba por pecaminoso Las llaves del reino de Cronin. Yo defendía en clase la simbiosis entre catolicismo y protestantismo que propiciaba el libro, pero sobre todo porque me gustaba Gregory Peck, que había hecho la película. ¡Gregory Peck haciendo de cura! ¿Qué más se podía pedir?
¿Y no sentías una culpa a lo Julian Green?
—Me hacía la paja y me iba a confesar. Pero no era que yo llevase una escarapela ni una magnolia en el ojal.
Ni el clavel verde de Oscar Wilde.
—Pero a veces mi hermana me dice: ¿Te acordás cuando te ponías a llorar mirando las camelias blancas de enfrente? Yo me sentía una heroína.
Y después cuando leí a los místicos me encendí. Porque de pronto aparece un santo como Santa Teresa que vive en un orgasmo total, como en la estatua de Bernini. Entonces escribió Las moradas; vivió la vida terminando, la hija de puta. A veces la sociedad disfraza las cosas con poesía, como El vendedor de naranjas, de Juana de Ibarbourou. “Ven acá, muchachuelo; yo ansío /Que me vuelques tu cesta en la falda/Pide el precio más alto que quieras/. ¡Ah, qué bueno el olor a naranjas!”
Y yo escribo “Ven acá muchachuelo;/yo ansío que me vuelques la guasca en la falda./Pide el precio más alto que quieras/ ¡ah, qué bueno el olor a la guasca!”. Y ese San Juan de la Cruz ¡estaba loca como una yegua!
¿Te enamorás de hombres más jóvenes que vos?
—No especialmente, pero si ahora buscara un tipo de mi edad me encontraría con un fósil o un dinosaurio.

Unica tú

La vulgata lee la pareja del gay con una mujer como una coartada burguesa, un closet cerrado con candado del que escapa con careta y al que vuelve aliviado, luego de haber gastado las tapitas de los tacos en el yire callejero a ponerse las pantuflas del como todo el mundo. El deseo “verdadero” sería el deseo sexual y el de hombre a hombre, la mujer sería como una madre o una amante equivocada a quien sólo se puede imaginar como víctima o como policía. Sin embargo quien lee los papeles de André Gide o de Oscar Wilde descubrirá las complejas relaciones entre deseo y ley, amor y matrimonio, norma y transgresión. Del grupo intelectual de Bloomsbury se dijo que estaba integrado por parejas que “eran triángulos y vivían en cuadriláteros”. El escritor Lytton Strachey vivió hasta el fin de sus días una pasión vigorosa, aunque platónica, con Dora Carrington. Vanesa Bell, hermana de Virginia Woolf, vivió amorosamente con Duncan Grant que, a su vez, estaba enamorado de David Garnett; su hija Angélica no vaciló en casarse con él. Estos vínculos no pueden reducirse al fruto de la inimputabilidad de las clases privilegiadas, sino que constituían una compleja búsqueda hedonista, estética y moral. La “loca casada” de hoy que callejea por Internet puede no ser una variante del marido tránsfuga sino un inventor como Ernesto Camilli al que le aburre la palabra “bisexualidad”.
—Mi amor más profundo fue Beba. Era inspectora en la provincia de Buenos Aires y profesora de primero en el Normal 9 y el 4. Había llegado al máximo de su carrera. En el ’76 los milicos la echaron. Poco antes, el director del Mariano Acosta en donde enseñaba había propuesto en una junta de profesores que se expulsara a un alumno que parecía “afeminado”. Todos votaron que sí. Pero la Beba se negó a votar. El director le dijo que debía hacerlo, entonces la Beba dijo “vote usted por mí” y ese “vote usted por mí” le valió que la echaran en septiembre del ’76. Era linda, lindísima la Beba, y además la única. Cuando enseñaba en el Mariano Acosta andaba con una maxi de terciopelo color rojo que habíamos comprado en Florencia, una bufanda que le corría hasta el tobillo y manejando un Ford T. Las locas se le colgaban del pescante.
La Beba ¿cómo se bancaba tus amantes?
—Hacía unos escándalos terribles, o se divertía. Era muy matizado todo. Por ejemplo tuve un amante al que corrió y le hizo las mil y una. A eso lo cuento en un poema sobre una elefanta: “La elefanta la elefanta/viaja envuelta con su manta./Siente frío a medianoche/en tranvía, avión o coche. Va a buscar calor al norte/y no tiene pasaporte./El camino se enmaraña entre puentes y montaña./Cuando llega a su destino/vuelca su equipaje fino/y con aros, brazaletes,/collarines, colorete,/dos pelucas un pompón /una pipa doce guantes/, un gorro de vigilante,/una pollera encarnada/y una cartera sin nada,/ sus calzones amarillos / y zapatos con buen brillo,/se va a recorrer la costa/y no demora ni ostra. (...) Por fin tanto tanto lleva/con pompón, plumín y seda/que al pasar junto a una ardilla /(¡ahí está Beba!) le hace la zancadilla/Se va al suelo la elefanta/que viajaba envuelta en mantas. A La Beba le gustaba relajar a una amiga nuestra que era hermana de un ex amante mío. Un día llama “¿Señora, no ha ido por ahí X? ¿Usted no sabe dónde fueron con Ernesto?”. “Mire señora, seguramente están buscando a Caperucita Roja”, dijo la Beba.
Ayer justo fui a la bóveda con uno de mis hijos a cambiar los paños. Arriba estaba mami, después papá y la bruja de mi tía en el sótano (a la Pachamama, que era mi abuela, también la mandé la sótano). Pero la Beba está en el altar.
¿Cómo la conociste?
—A la Beba la conozco desde los siete años. Venía a jugar con mi hermana a la casa de la calle Campichuelo. Jugábamos a tirarnos de un roperito que yo tenía y que después heredó mi hermana y una vez se rompió la cama y papá se enojó muchísimo. Nos queríamos muchísimo con la Beba y en un momento determinado mami se fue a Europa con mi hermana. Mi amante de entonces me había dicho que no quería saber más nada conmigo (no fue una relación importante: digamos que fue una noche en Río). Pero estaba solo en casa, triste. Entonces salí, pedí prestado un teléfono —en ese entonces no teníamos teléfono en casa— y llamé a la Beba: “Hola, Beba, ¿qué hacés?”. “Estoy comiendo.” “¿Querés coger?” “Bueno, ya voy.” Cogimos y ahí empezó todo.
¿Y cómo se llevaba con el Osito?
—Ella no lo conoció. Pero estábamos un día en el auto en una estación de servicio de Alsina y justo apareció el Osito para cargar nafta. Yo le dije: “Che, Beba, ¿que te parece ese osito?”. Entonces la Beba lo mira de lejos y me dice: “gordo, tachero, sudado”. Esa era Beba. Tuvimos tres hijos. En el ’78 le dio una embolia y quedó afásica. La llevé cinco veces a Europa después de eso. La quise muchísimo. Murió en el 2004, pero desde el ’78 al 2004 la cuidé yo. Cuando murió, lloré como un perro, tanto como a mami. Fue la única.

Como en martes 13

Obedeciendo a San Pablo, pero, como siempre, en versión propia, Ernesto Camilli se casó para no quemarse. Desde hace veinte años vive con VIH pero dice que a su edad eso es menos preocupante que tener exceso de azúcar en sangre, así que “adelante con los faroles”. Conversa mucho con sus editores (María, Cucurto y Piña) va al Casino con el Osito y tiene analista a domicilio. Toda una familia queer, incluida su ex rival y ahora concubina legalizada por la Unión Civil.
¿Necesitás análisis?
—Yo estoy maravillosamente bien en la vida, mejor que nunca. Pero todavía descubrimos cosas juntos. Y además tengo la posibilidad de hablar con él como no hablo con nadie. El descubrió en Tachero de mi vida cosas que yo no había descubierto. Por ejemplo “y seguir con los cuentos acaso hasta mañana”. Ese “acaso” está lanzado a la acción. Lo paladeamos. En ese “acaso” está el relanzamiento del deseo, la posibilidad de volver, de reiniciar ¡Acaso! Yo le doy a las cosas pulsión de vida porque en nuestra época la homosexualidad daba pulsión de muerte.
¿Qué opinás sobre el matrimonio gay?
—El matrimonio es un vicio como la propiedad privada. Un vicio que se extiende y no se puede extirpar. Es un contrato, ahora si los heterosexuales lo tienen ¡que lo tengan también los gays! El matrimonio gay es una excrecencia que hay que permitir. Pero es una mierda, como el derecho a la propiedad de un tipo que tiene un montón de hectáreas de campo que les afanaron con Roca a los indios. La propiedad es un afano y estamos todos en combinación para que sea un afano. Pero no por eso vamos a hacer una comunidad: yo no quiero vivir con un racimo de gente, qué querés que te diga. Ni quiero alojar al Osito en una pieza. La propiedad viene de las cavernas, en donde seguro le dabas un palo al vecino que se metía en la tuya y cuando cazabas un rinoceronte todos querían comérselo. Esa es la historia del hombre. De la roña que somos. Ojo que yo no quiero corregir el mundo: somos envidiosos, deseamos el mal del otro, la muerte del otro. A eso no lo decimos porque queda mal pero es así. Yo he socializado bastante la roña que tengo adentro. Claro que dentro de la roña puede haber menguantes. Y un menguante de la roña sería el casamiento gay.
El sol albañil fue un libro de lectura oficial en la escuela entre 1967 y 1975. En 2010, Eloísa cartonera reunió sus poesías completas en Tachero de mi vida.

IGUALDAD DE GÉNERO: ÁREAS PRIORITARIAS

las12
VIERNES, 7 DE JUNIO DE 2013
EL MEGAFONO

Igualdad de género: áreas prioritarias post-2015

 Por Lakshmi Puri *
No pasa un día sin que nos llegue información sobre alguna violación a los derechos de las mujeres. Episodios de violencia atroz contra mujeres y niñas ocurridos desde Nueva Delhi hasta Johannesburgo y Cleveland y de San Pablo a Ciudad de Guatemala.
En el año 2000, los líderes mundiales firmaron la visionaria Declaración del Milenio (2000-2015) y reconocieron la abrumadora discriminación y violencia contra las mujeres y las niñas. Por esto incluyeron entre los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) uno que se refiere a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Estamos en una carrera final para cumplirlos, pero también en el medio de un diálogo mundial para proponer nuevas metas.
El objetivo de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres ha logrado avances evidentes en la matriculación escolar, en la participación de las mujeres en el empleo remunerado y en el porcentaje de mujeres en los parlamentos.
Pero hay omisiones notorias como la falta de referencias concretas a la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas, o el derecho de las mujeres a ser propietarias de bienes y la división desigual de las responsabilidades domésticas y de cuidado de la familia.
Hay tres áreas que requieren medidas urgentes. En primer lugar, poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Desde la violencia sexual en Haití, Siria, la República Democrática del Congo o la violencia a manos de un compañero sentimental en otros países, que produce daños físicos y psicológicos incalculables.
En segundo lugar, las mujeres y los hombres deben tener igualdad de oportunidades, recursos y responsabilidades. Es urgente abordar la paridad del acceso a la tierra y el crédito, a los recursos naturales, la educación, los servicios de salud, incluidos los de salud sexual y reproductiva y la igualdad de remuneración.
Y en tercer lugar es preciso escuchar las voces de las mujeres. Es hora de que las mujeres participen en pie de igualdad en la toma de decisiones en el hogar, en el sector privado y en las instituciones de gobierno. Las mujeres ocupan sólo el 20 por ciento de los escaños parlamentarios y el 27 por ciento de los cargos judiciales.
Toda nueva agenda para el desarrollo debe apoyarse en los siguientes acuerdos de derechos humanos firmados por los gobiernos: la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Plataforma de Acción de Beijing de 1995 y las resoluciones de la ONU.
La Agenda para el Desarrollo Post-2015 es una auténtica oportunidad para impulsar cambios duraderos en la igualdad de las mujeres. Debemos ir hacia un objetivo sólido global de rechazo social de la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas, de despliegue del potencial de la mitad de la población, para lograr un mundo más pacífico, justo y generoso, y un planeta sostenible.
* Jefa de la ONU Mujeres y subsecretaria general de las Naciones Unidas.

MUJERES DE PRESERVATIVO TOMAR

Mujeres de preservativo tomar


El cuerpo habla por todos los poros, ruge con la piel que se eriza, aúlla con las palabras que pierden los sentidos, toman los cinco sentidos que recuperan las percepciones perdidas, se empalagan de sus propios elixires y se alistan para mixturarse en la más preciosa de las diferencias entre los varones y las mujeres. Sin embargo, las damas no saben —no sabemos todavía— cuándo es el momento preciso para preguntar “¿tenés?”, “¿te lo ponés?”, “¿sacás los preservativos?”. La situación no es tan incómoda por invitar a un objeto de látex que apenas recubre el pene y cobija con su presencia la prevención de un embarazo no buscado y —especialmente— la (hasta ahora) única manera de evitar el contagio de HIV y enfermedades de transmisión sexual.
Pero como la colocación sigue estando en manos y en el cuerpo de los varones, para las mujeres sigue siendo un cuerpo extraño en donde hay que empoderarse. “Hablar de cómo tiene que manejarse la mujer con relación al preservativo es hablar de género: ser mujer supone ocupar un rol en la sociedad y, a este rol, durante años, se le adjudicaron ciertas características. Se pensaba en un principio que implicaba ser sumisa, maternal, ama de casa y sexualmente pasiva. Hoy sabemos que estos conceptos son arbitrarios y poco a poco se están modificando. El uso del preservativo no queda fuera de la lógica binaria de los géneros. Muchos piensan que la responsabilidad del preservativo es del hombre, pero después, cuando aparecen los problemas, en muchos casos es la mujer la que es acusada y a la que se hace responsable. Por eso trabajamos para que la mujer sea tan activa y responsable como el hombre acerca del uso del preservativo. El preservativo ya no es cosa de hombres solamente. Hoy sabemos que las mujeres pueden disfrutar tanto del sexo como los hombres, y a igual capacidad de goce corresponde igual nivel de responsabilidad”, remarca Patricio Gómez Di Leva, sexólogo del Departamento de Educación Sexual de preservativos Prime Argentina.
Más información:

LEY DE FERTILIZACION

las12
VIERNES, 7 DE JUNIO DE 2013

Ya era hora

LEY DE FERTILIZACION La fertilización asistida gratuita ya es ley nacional en todo el territorio argentino. El texto, de avanzada, garantiza el acceso universal a los procedimientos y técnicas de reproducción, no exige constancia de infertilidad, no requiere estar en pareja ni discrimina por género ni edad e incluye técnicas de alta complejidad.
 Por R. S.
Al cabo de casi 27 años de vacío legal y tres años de demoras para su tratamiento, la fertilización asistida gratuita es ley. La Cámara de Diputados aprobó el proyecto este miércoles con grandes resistencias del bloque PRO, que dedicó 10 abstenciones al debate legislativo. Desde ahora se garantizará el acceso integral “a los procedimientos y técnicas medicoasistenciales de reproducción médicamente asistida”, según establece el artículo 1º, creando un Programa nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable para incluir en el Programa Médico Obligatorio (PMO) los métodos de fertilización asistida, lo que implica que tanto obras sociales como prepagas y el sistema público de salud deberán cubrir los tratamientos de las parejas o de personas, cualquiera sea su estado civil, que tienen dificultades para concebir. “Hasta hoy, los problemas de infertilidad no estaban involucrados en el PMO, y entonces no había ningún tratamiento que los cubriera. Esta ley va a ser más amplia que la vigente en provincia de Buenos Aires, porque no toma la infertilidad como enfermedad”, explicó Marcela Corigliano, integrante de la Asociación Civil Sumate a Dar Vida. “Va a estar abierta a la posibilidad de que toda persona que quiera formar una familia, tener hijos, sean parejas del mismo o diferente sexo, pueda hacerlo.”
El miércoles se realizaron manifestaciones frente al Congreso para acompañar el tratamiento del proyecto y para dejar clara una postura común a las diferentes organizaciones que desde hace años impulsan la iniciativa: “La ley es necesaria para proteger a quien dona, sea varón o mujer, pero además apunta a considerar el asunto como un derecho sexual y reproductivo que debe ser incluido en el PMO sin necesidad de ser tratado como una enfermedad”, como apuntara en su momento uno de los proyectos presentados por la diputada Marcela Rodríguez, de Democracia Igualitaria y Participativa.
El nuevo capítulo, que da visibilidad y reconocimiento político, social, cultural y legal a derechos integrales en el respeto de todas las diversidades, fue celebrado por la agrupación política Lesmadres, formada por familias de lesbianas madres “y futuras madres que decidimos tener hij@s en pareja”. La iniciativa “avanza sobre el reconocimiento de derechos reproductivos que vienen siendo ejercidos por miles de personas, entre ellas por la comunidad de lesbianas madres desde hace años”. Y estaría en línea, agregaron en un comunicado, “con el capítulo de Filiación del proyecto de Reforma Integral del Código Civil y Comercial, donde las organizaciones proponemos sumar la inclusión de una cláusula transitoria, que iguale la situación jurídica de los niños y las niñas que nacieron por medio de técnicas de reproducción asistida antes y después de la sanción de la norma”.
El presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), César Cigliutti, dijo que la ley “dará a las parejas homosexuales la hermosa posibilidad de formar la familia que tanto quieren”, y recordó que en la presentación de los primeros proyectos de fertilización asistida las parejas homosexuales estaban excluidas, por lo que en 2006 presentó la modificación para que no se discrimine por orientación sexual.
La titular de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, María Elena Chieno, anunció que la ley beneficiará a las familias que durante años debieron “hipotecar sus hogares o vender sus bienes para poder tener un hijo”. Lorena Ledesma, otra de las integrantes de Sumate a Dar Vida, organización que llegó a juntar 280.500 firmas para reclamar el tratamiento de esta ley, declaró que “es un sueño el hecho de que nadie tenga que sufrir por no tener dinero para acceder a un tratamiento”.
A partir de ahora, el Ministerio de Salud tendrá la facultad de capacitar a profesionales en la materia y se incluirá una partida presupuestaria para realizar campañas de promoción sobre la nueva legislación. Hasta hoy, casi un 20 por ciento de parejas no lograba acceder a este tipo de métodos por no contar con los recursos económicos necesarios. El nuevo criterio, que había impulsado el senador Daniel Filmus por el Frente para la Victoria (FpV), promueve la inclusión de esos sectores marginados. Filmus destacó que el proyecto “es mucho más avanzado que el de otras provincias como la de Buenos Aires, ya que no exige constancia de infertilidad para el acceso, al mismo tiempo que no requiere estar en pareja, no discrimina por género e incluye las técnicas de alta complejidad, y tampoco restringe por edad”.
En el texto quedan comprendidas las técnicas de baja y alta complejidad, como la fertilización in vitro, que incluyan o no la donación de gametos y/o embriones. “Podrán acceder todas las personas mayores de edad, tras expresar su consentimiento informado, independientemente de su orientación sexual o de su estado civil.” Dispone también los servicios de guarda de gametos o tejidos reproductivos para todas las personas, incluso para menores de 18 años que “por problemas de salud, tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas puedan ver comprometida su capacidad de procrear en el futuro”.
Hospitales públicos, obras sociales y entidades de medicina prepaga deberán cubrir los tratamientos, diagnósticos, medicamentos y terapias de apoyo, según procedimientos y técnicas avaladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que incluyen estimulación ovárica controlada, técnicas de reproducción asistida, inducción de la ovulación, desencadenamiento de la ovulación y la inseminación intrauterina, intracervical o intravaginal con gametos de cónyuge o donante.
En lo que toca a la Ciudad, “ya no hay excusas para que el servicio público de salud desarrolle los servicios de fertilidad, que tiene tanto retraso”, advirtió la diputada porteña María Elena Naddeo, del Frente Progresista Popular. “Al sancionarse la Ley Nacional de Fertilización Asistida avanzamos en el derecho a la salud de miles de parejas y personas que reclaman su maternidad y paternidad. El hospital público tiene una deuda con las parejas que han debido recurrir al sistema privado para los tratamientos de mediana y alta complejidad. Ahora toda la población y en particular los sectores populares avanzan un paso más en garantizar el acceso a la salud integral.”
La diputada nacional Victoria Donda, del Movimiento Libres del Sur en el FAP, señaló que “por fin muchísimas familias podrán sentirse plenas a partir de esta ley. Es un debate que viene de años sobre la base del sufrimiento de cientos de personas que ven postergada su aspiración de sentirse plenas en la búsqueda de hijos/as. Por la infertilidad que padece este tipo de familias, se ven privadas y discriminadas, al carecer de los recursos económicos necesarios para afrontar un tratamiento tan caro. Lamentablemente esto hoy era sólo accesible para una élite y las empresas médicas resisten su cobertura”.

lunes, 3 de junio de 2013

NO CULPES A LA VICTIMA NI DEJES QUE LO HAGAN


DE ESO NO SE DICE... DE ESO NO SE HABLA.... DE ESO NO TE TOCA

EL PAIS › UNA PROFESORA SUSPENDIDA POR UN LIBRO QUE CONTIENE UNA HISTORIA DE AMOR ENTRE MUJERES

Torquemada todavía vive en San Luis

La padres se quejaron y la dirección de la escuela les secuestró los libros a los chicos. Luego, el Ministerio de Educación sancionó a la docente. El gremio apoyó a la profesora. Un caso que ilustra la difícil implementación de la Ley de Educación Sexual Integral.
 Por Mariana Carbajal
En una decisión polémica, una profesora de Lengua y literatura de un colegio secundario de San Luis fue sancionada con una suspensión de 90 días, sin goce de sueldo, por promover en una clase de cuarto año la lectura de un libro, Hay una chica en mi sopa (Planeta, 2011), que narra la historia de una adolescente que se siente atraída por su profesora de alemán. El Ministerio de Educación de la provincia le aplicó la sanción luego de que un grupo de padres y madres cuestionaron el texto como “pornográfico” y un “atropello” a la educación de sus hijos. Varios alumnos y alumnas dijeron que les daba vergüenza leerlo en voz alta. Inmediatamente, los directivos de la escuela ordenaron el secuestro de los libros y los guardaron en un depósito del edificio escolar hasta que los padres los retiraran del establecimiento. La docente no tuvo oportunidad de defender la elección del texto. En diálogo con este diario, explicó que buscó cumplir con el abordaje transversal que plantea la Ley de Educación Sexual Integral. El episodio generó el lunes pasado una marcha de organizaciones sociales y sindicales en apoyo a la profesora. Tanto el gremio docente ASDE como la Secretaría de Género e Igualdad de Oportunidades de la CTA en San Luis salieron a respaldarla, repudiaron la actitud de las autoridades educativas –frente al planteo de los padres y madres– y advirtieron que se perdió una oportunidad de convertir “un desacuerdo en un acto educativo”. ¿Tuvo la sanción un carácter aleccionador frente a una docente que se ocupó de la educación sexual integral en una provincia donde de “ese tema” casi no se habla? ¿Pueden los padres y madres definir los contenidos que se traten en las aulas? ¿Cómo se pueden trabajar los lineamientos curriculares para la educación sexual en las distintas materias? A partir del caso de San Luis, expertas consultadas por Página/12 se explayan sobre el tema.

Modos

La profesora sancionada se llama Romina García Hermelo. Tiene 30 años y hace tres que es docente en el Colegio Nicolás Antonio de San Luis, más conocido como Bellas Artes, de la capital provincial. Es una escuela pública. Y por tanto laica. Sin embargo, en la sala de profesores hay colgado un afiche con el rostro del flamante Papa argentino, Francisco. García Hermelo tenía a su cargo la materia Lengua y literatura en el curso de 4 año “C”.
Hay una chica en mi sopa es de la joven escritora peruana Silvia Núñez del Arco Vidal, esposa del polémico periodista Jaime Bayly. Es su segundo libro. “En líneas generales el libro narra la vida de una adolescente que se enamora –al punto de obsesionarse– de su profesora y relata ciertas incertidumbres en su vida en general y en su sexualidad en particular”, describió la docente.
–¿Por qué eligió ese libro para ese curso? –le preguntó Página/12.
–En cuarto año los chicos y chicas tienen 15 y 16 años. Sinceramente creo que el libro es apropiado para esa edad. El año pasado lo usé y me fue muy bien, surgieron dinámicas interesantes. Y en caso de que no lo fuera para algunos padres, madres o incluso el equipo directivo, los modos fueron realmente injustos para mí. Creo que la situación podría haber sido tranquilamente solucionable en el interior de la institución. No es una lectura pornográfica, menos hace apología del uso de estupefacientes, como alegaron algunos padres. En la sanción que me aplicó el Ministerio de Educación no hay un informe técnico que afirme eso. El tema de la sexualidad circula en relatos de grandes autores de todos los tiempos, pensemos en eso. La historia de la chica protagonista es narrada de un modo fresco, es una lectura fácil y atrapa al adolescente. Te resalto que todos los años tengo alumnas que ya son mamás. Estas lecturas muchas veces disparan temáticas que los chicos aprenden del peor modo, por los medios, por Internet. Pienso en la Ley de Educación Sexual Integral, que propone un abordaje transversal a la hora de pensar la educación sexual, y desde la literatura la propuesta claramente es acercar lecturas a los chicos y chicas, en un marco de contención y apoyo, en este caso del docente, para que puedan reflexionar en torno de su sexualidad.

Sinvergüenza

El episodio que desembocó en la sanción comenzó a escribirse el 8 de mayo, cuando un grupo de alumnos de 4 “C” les plantearon a directivos del colegio que se “sentían mal” con el libro porque “la profe nos obliga a leer en voz alta y nos da vergüenza” y “nos pone un uno si no lo traemos y leemos”. También alegaron que les había dicho “que es natural que una chica se enamore de otra”, y que “no la cataloguen como lesbiana”. Ese mismo día, según surgen de las actas del colegio –a las que tuvo acceso este diario y confirmó la asesora pedagógica de la institución, Patricia
Echaniz– se ordenó a los alumnos dejar en depósito en dirección el libro para que lo retirasen sus tutores. Al día siguiente, 9 de mayo, los directivos convocaron a una reunión a padres y madres de los estudiantes de 4 “C” para hablar del tema. Una madre llegó a decir que con esa lectura el trabajo que ella había hecho en toda su vida, “en poco menos de dos horas, la profesora lo destruyó”, es “una sinvergüenza y se lo reconoce en su presencia, es una atrevida”. Los padres pidieron que se la sacara del curso. Alegaron que el libro es “pornografía”. “No está bien llevar esa lectura a chicos adolescentes, inculcarles política, sexo”, dijo otra madre. También se cuestiona que la docente “no crea en nada”, que haya pedido “investigar sobre el movimiento zapatista” y que respete la diversidad sexual. García Hermelo cuestiona que no haya sido invitada a participar ni en la primera reunión con los alumnos ni en la segunda con los padres, y que tampoco el colegio haya generado otra instancia de diálogo para poder hablar sobre los cuestionamientos hacia el libro y su persona. Niega que amenazara a los alumnos con ponerles un 1 si no lo leían.
García Hermelo hizo una presentación ante el Inadi porque entendió que fue discriminada por su forma de pensar y hasta de vestir. “No sólo los puso incómodos el libro, sino también cómo pensaba”, apuntó.

Sin defensa

La profesora fue informada de ambas reuniones luego de que tuvieran lugar, y le dijeron que podía hacer su descargo. Lo entregó el martes 14. “En ese momento en el colegio, mientras entrego la nota de descargo llaman del Ministerio de Educación para pedir mi DNI y dirección, o sea, la sanción la tenían antes de escuchar y leer la nota de descargo. Lo corroboro, ya que al otro día recibo la sanción de suspensión por 90 días, sin goce de haberes y me instruyen un sumario”, señaló. En la notificación de suspensión –a la que accedió Página/12– el Ministerio de Educación señala que el texto es “pornográfico” y “obsceno” y que “hace apología del uso de estupefacientes”. “No realizaron ningún informe técnico del libro, es decir, no mencionan argumentos sólidos o alguna evaluación seria sobre el libro. Es decir, el ministerio me sanciona en base a un acta de padres y el equipo directivo, sin mi presencia, o sea que no pude justificar la elección de la lectura”, objetó García Hermelo. “Antes de que entregara la nota de descargo, los padres salen en algunos medios y piden audiencia con el ministro de Educación, Marcelo Sosa. El ministro los atiende y decide proceder de ese modo. Me gustaría destacar que los padres no proponen una reunión conmigo, o sea, ningún padre se me acerca, como tampoco el equipo directivo para poder dialogar sobre esta lectura en el interior de la institución. Por otro lado, el ministerio avasalla mi derecho como ciudadana a la legítima defensa, para que pueda fundamentar pedagógicamente el libro. Me sacan del colegio como si fuera una degenerada, una violadora de adolescentes. Eso es lo grave”, consideró la profesora.
El lunes pasado se realizó una marcha frente al Ministerio de Educación para apoyar a la docente, en la que participaron “padres autoconvocados”, organizaciones gremiales y sociales. El martes, el ministro Sosa aceptó recibir a García Hermelo y le comunicó que el gobierno daba marcha atrás en el quite de sueldo impuesto en un primer momento. En la resolución N 73, fechada el 15 de mayo, en la que consta la sanción, quedó asentado que la jefa del Programa de Educación Obligatoria sugirió la suspensión por 90 días y la sustanciación del sumario administrativo “a los fines de preservar el orden institucional y llevar tranquilidad a la comunidad educativa”. El gremio docente Asde, de San Luis, se solidarizó con la docente y señaló que se avergüenza de las autoridades que, “en lugar de convertir un desacuerdo en un acto educativo, han enseñado a alumnos y padres el prejuicio, la intolerancia, el culto al pensamiento único y el irrespeto, además de la inequidad al condenar ferozmente a un docente altamente calificado, en su ausencia, sin darle el derecho de defensa que corresponde”.
Compartir: 
Twitter